Con motivo del terremoto, posterior tsunami y desastre nuclear en Japón ha vuelto a ser noticia en los medios de comunicación las protestas de ciudadanos españoles sobre la actuación de nuestra Embajada. Esto es algo que se reitera cada vez con más frecuencia cuando ocurre una situación imprevista y de importante magnitud en cualquier país. No falla nunca la existencia de declaraciones de compatriotas denunciando haberse sentido desamparados por la legación diplomática española.
Por supuesto que habitualmente hay quejas en foros y en algunas cartas al director de medios de comunicación de ciudadanos españoles protestando ante la actuación de las autoridades consulares españoles en cualquier país. Si se leen despacio en la mayoría de las ocasiones hay que quitar la razón a los autores de tales quejas, porque es de sentido común que las embajadas y consulados no están para funciones de asistente personal como algunos turistas españoles –porque los que suelen quejarse no son residentes permanentes en el exterior- pretenden. Y qué decir de los que delinquen en el extranjero y poco menos que acusan a nuestros representantes diplomáticos de la consecuencia de sus actos.
Si accedemos a la web del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación podemos ver cuáles son los servicios consulares que de manera general y a modo de ejemplo pueden y no pueden prestar a los españoles en el extranjero. Son muy limitados y sin duda se rigen por el derecho internacional y el Convenio de Viena de 1963, pero no han cambiado en décadas y no están adecuadamente adaptados a las nuevas situaciones que ocurren cada vez con más frecuencia.
Llama la atención que no se ofrezca ninguna información sobre los servicios que pueden y deben prestar ante circunstancias excepcionales. La única referencia es, textualmente, esta: “adelantarle en circunstancias excepcionales la cantidad necesaria para su repatriación, que deberá reintegrar al Tesoro Público dentro de los plazos establecidos por la ley:” A todas luces algo insuficiente ante situaciones como las de Japón, donde es difícil que alguien pueda "autorepatrirarse”, y máxime cuando en un alarde de irresponsabilidad el Comisario Europeo de Energía ha tachado de apocalipsis. Siendo la situación muy grave no puede alguien con ese nivel en el gobierno de la Unión Europea hacer esas calificaciones sin disponer de toda la información, que ni siquiera disponía el gobierno japonés cuando él las hizo. Estas declaraciones incrementan el miedo y hasta el pánico y más ayuda necesitan entonces los extranjeros en el país donde ocurre tal situación.
Esas quejas sobre la falta de respuesta de los consulados y embajadas tienen mucho que ver, en mi opinión, con la sensación de tranquilidad habitual en la que desarrollan su trabajo sobre todo en países con poco intercambio económico bilateral, sumado al estatus y horario funcionarial. Hay falta de reflejos para actuar en circunstancias excepcionales, a lo que se suma algo imprescindible en estas situaciones: disponer de medios económicos.
Tenemos unas embajadas situadas en muchos casos en edificios representativos de alto valor inmobiliario y con elevados gastos de mantenimiento, lo que conlleva una ridícula asignación de otras partidas presupuestarias, y el disponer de ellas rápidamente en caso de necesidad es muy difícil por el propio funcionamiento de la administración financiera en la administración pública.
Por supuesto que hay que reconsiderar todo el servicio exterior en su conjunto y adaptarlo a los tiempos actuales y a la tecnología de la información y de las telecomunicaciones, incluyendo la redefinición de los lugares donde es necesario disponer de legaciones diplomáticas y de optimizar los gastos fijos allá donde existan. Hay un interesante trabajo del año 2005 del Ministerio de la Presidencia sobre la reforma del servicio exterior, aunque no parece que se haya avanzado mucho.
Pero no es el objeto de este post. Lo que pretendo aquí es incitar a la reflexión sobre cómo mejorar la atención a nuestros ciudadanos en el exterior ante situaciones como la que se está viviendo en Japón ahora o recientemente en Egipto, Túnez y Libia. No me vale el que se diga que son situaciones no previstas. Tampoco un hospital tiene recursos dimensionados las veinticuatro horas del día para atender una catástrofe de importancia desmesurada como ocurrió, por poner un ejemplo que recientemente recordábamos, en los atentados del 11-M. Pero cuando ocurre algo así la respuesta es inmediata, eficaz y –al contrario de en la actividad diaria- casi siempre de máxima eficiencia. Y eso es lo que hay que conseguir en nuestro Servicio Exterior.
Los responsables de las embajadas y consulados tienen, en tales ocasiones, que ponerse a disposición de los ciudadanos españoles permanentemente, no solo en horario de oficina, y si es necesario reforzar el personal con contratados locales, debiendo la Intervención General del Ministerio de Asuntos Exteriores adoptar las medidas necesarias y con la máxima urgencia para facilitar la transferencia de medios económicos a justificar a posteriori para resolver la situación. Además de que en la sede del Ministerio se debería actuar de manera coordinada y facilitando los medios necesarios para la evacuación cuando así se considere. Claro que lo ideal sería que existieran protocolos previos consensuados en la Unión Europea para hacer actuaciones coordinadas eficaces y eficientes, y que en estas ocasiones el concepto de ciudadano europeo adquiera su máximo valor.
Pemeches Juspi
pemechesjuspi@gmail.com
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jueves, 17 de marzo de 2011
El Servicio Exterior en las situaciones de catástrofe
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Querido amigo Pemeches, no sé si has tenido oportunidad de pisar muchos consulados y embajadas españolas últimamente pero da la impresión de que no estás muy al tanto de la precariedad con la que se trabaja en nuestras representaciones. Tal esel agobio que el sistema de comunicación con el Ministerio es a través de Skype, el papel oficial escasea y el personal está bajo mínimos. En Gran Bretaña va a cerrar uno de los consulados, seguramente el de Manchester. En otros países como Japón, el problema es encontrar personal español con conocimientos suficientes de japonés de ahí el problema de comunicación de nuestros compatriotas con su propia embajada. No me extiendo en lo de "reforzar el personal con contratos locales" porque queda claro que no hay dinero y que es además inútil contratar a gentes sin papa de español.
ResponderEliminarPor otra parte he podido observar que nuestras representaciones son utilizadas mas bien como agencias de información turística en muchas ocasiones o como pretendidas agencias de empleo. Queda claro que los funcionarios del ministerio están bastante quemados por todo ello y muchas veces hacen gala de la mala educación que caracteriza a nuestros compatriotas detrás de la ventanilla fuera y dentro de las fronteras del país.
Pero afortunadamente algunas regiones adelantadas ofrecen servicios de representación al margen del Ministerio de Asuntos Exteriores. A destacar el ejemplo de Catalunya con un embajador permanente en Londres. Estoy seguro que estos servicios completamente altruistas compensan las deficiencias naturales de la administración central, promueven las relaciones comerciales y contribuyen significativamente a las relaciones e intercambios con los ingleses interesados en aprender catalán.
Tenemos que hacernos cargo del tamaño y posibilidades de nuestro país y por ende de su capacidad de influir en el mundo. Mas allá de expedir pasaportes y certificados de residencia, nuestras representaciones en el extranjero con un ejemplo patético de impotencia.
Saludos,
Cuchillero
Gracias Cuchillero por tus comentarios, que ya sabes que te agradezco muy sinceramente.
ResponderEliminarAfortunadamente no he pisado últimamente embajadas salvo en Latinoamérica y no precisamente demandando sus servicios.
Efectivamente la situación es muy mala y así lo reconocen algunos estudios del propio Gobierno español. El problema es el de siempre, a lo que se ha añadido la crisis y el malestar en A. Exteriores por el acceso a puestos de embajador con cada vez mayor frecuencia de políticos no diplomáticos de carrera.
Seguro que lo que dices de la "embajada" catalana y de otras CC.AA. se queda corto y que no precisan tener Skype porque dispondrán de líneas punto a punto y tecnologías similares.
Saludos