martes, 26 de octubre de 2010

Despido de los funcionarios como en la empresa privada

El Presidente de Mango, Isak Andic ha propuesto que los funcionarios “tengan retribución variable y una estabilidad en el empleo similar a la de la empresa privada”.
Absolutamente de acuerdo con la primera de sus propuestas, pero radicalmente en contra de la segunda.
La Función Pública se tiene que caracterizar por la estabilidad en el empleo, y no podemos volver al siglo XIX con la figura del “cesante”. Figura que ha merecido varios estudios, uno de los cuales hace una buena disección del tema y se encuentra en la red: 
Y eso es así, porque la Función Pública tiene y debe estar al servicio de los ciudadanos, al servicio del Estado, no al servicio del gobierno de turno. Aunque está claro que debe ejecutar, técnicamente, las decisiones legítimamente tomadas por los gobiernos elegidos democráticamente por la ciudadanía.
Si eso no es así, no habría continuidad con cada cambio del partido gobernante y sería muy difícil una gestión de la cosa pública no partidista, y los partidos se convertirían en una peculiar “agencia de empleo para militantes y amigos”
No quiero esto decir que ahora estemos viviendo una situación perfecta y que estas cosas no ocurran. Se ha deteriorado mucho la naturaleza de selección y acceso a la función pública, y no se puede negar que muchos gobiernos “premian” a sus afines con un puesto interino o eventual y que, posteriormente, cuando la “masa crítica” de interinos y eventuales es lo suficientemente grande como para crear problemas, porque se han hecho imprescindibles, se lleven a cabo procesos restringidos o especiales para acceder al funcionariado.
Pero la solución a esto no pasa por el despido libre del funcionario, porque ¿cómo se va a sustituir?. La tentación a hacerlo con los afines entra dentro de la propia naturaleza humana, y no digamos de la “naturaleza política”.
La solución pasa por la eficiencia en la gestión de las administraciones públicas. En una máxima que debería aplicarse siempre y que sí se hace en la empresa privada y que un político dedicado a la alta dirección en el sistema financiero expresó y algunos nos lo creímos y llevamos a cabo: “hacer más con menos”. Sí, Rodrigo Rato
Máxima que podría llevarse a cabo con esta propuesta de decálogo que me atrevo a hacer:
     1.        No todos los servidores públicos tienen que ser funcionarios. ¿tienen que serlo los mecánicos, tapiceros, cocineros, limpiadores que sí lo son en algunas administraciones públicas? Incluso los médicos, enfermeros. bomberos, ¿deben ser exclusivamente funcionarios, o estatutarios que es lo mismo?
     2.        No deberían volverse a llevar a cabo procesos generales de funcionarización de empleados públicos (es decir retribuidos por el sector público) que no tengan alguna de las categorías que se consideren son imprescindibles en la Administración Pública. Por tanto, deben fijarse y ser homogéneas para todas las Administraciones esas categorías exclusivas para funcionarios
     3.        Los procesos de selección para el acceso a la Función Pública deben ser convocados regularmente con una periodicidad y en unas fechas inamovibles durante un largo periodo de tiempo, no menor de un sexenio (para evitar tentaciones de clientelismo). Si se hace así, el número de funcionarios interinos y eventuales tendería a desaparecer. Y por supuesto con la máxima salvaguarda de los principios de igualdad, mérito y capacidad. Por oposición, probablemente, y con la máxima transparencia. No debe haber más cargos eventuales que los de los gabinetes de los miembros del Gobierno y en un número limitado, no ampliable y que cesen automáticamente y no se puedan recolocar –si no son previamente funcionarios- en otro puesto.
     4.        Aprovechar el INAP y Escuelas de Negocio privadas para formar cuadros directivos que gestionen con criterios de empresa privada en cuanto a asignación de cargas de trabajo y evaluación del desempeño.
     5.        Los funcionarios no deben tener más beneficios sociales (p. ej. pago de gafas, de odontólogo, de transporte, etc.) que los de la empresa privada, que no tienen asegurado el puesto de trabajo ni la retribución.
     6.        Debe implantarse, como dice el Presidente de Mango, una política de retribución variable por objetivos. Que no se convierta en “productividad variable fija” como tienen algunos funcionarios en alguna Administración. Estúdiese –y perfecciónese antes de aplicarse- la política de retribución variable que tenía el INSALUD con los Ministros Romay y Villalobos y cuyo germen puso García Vargas.
     7.        Los objetivos deben estar perfectamente cuantificados como en la empresa privada. No me vale que un objetivo sea cumplir el horario, que también lo he conocido; eso entra en el sueldo base.
     8.        Los sindicatos en la Administración Pública no pueden ni deben tener más poder ni más prebendas que en la empresa privada, y, por supuesto, que se limiten a defender los derechos de los funcionarios, no a “cogestionar”.
     9.        Aprovechar todas las posibilidades de llevar a cabo gestión privada en todas aquellas prestaciones con financiación pública que no deban ser llevadas a cabo exclusivamente por funcionarios. P.ej., los legítimos poderes coercitivos del Estado nunca deberían ser llevados por personas ajenas a la Función Pública
  10.        Y por último, que se disponga -y se aplique- un sistema disciplinario que no sea más garantista que el Código Penal y que incluya la separación definitiva del servicio para comportamientos y actitudes reales, no imposibles.

Con esto, si se llevara a cabo, se podría ahorrar mucho dinero y las prestaciones de la sociedad del bienestar no estarían en tanto riesgo como se encuentran en la actualidad.
Creo que en la Administración Pública hace falta más gestión y menos política. Esta debe fijar los objetivos “contratados” con los ciudadanos en las elecciones, y su ejecución llevada a cabo por profesionales y evaluada por los responsables de gobierno y, cada cuatro años, por los ciudadanos. No se debería volver a oir decir que un cargo intermedio (p.ej., un jefe de servicio de un hospital) es un puesto de máxima confianza política.
Pemeches Juspi
pemechesjuspi@gmail.com

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