Sin duda algunos lectores recordarán cuando en todos los pueblos de nuestra geografía había cura, médico, maestro, cuartel de la guardia civil y, en algunos, cacique. Hoy en día en un buen número de municipios solo queda la última figura, en muchos casos multiplicada por el número de partidos políticos afianzados en el mismo.
La población ha ido creciendo y produciéndose un masivo desplazamiento de la misma a las grandes ciudades y, sin embargo, el número de municipios no ha variado significativamente. A 1 de enero del presente año el número de los mismos en España asciende a 8.116, con unos cuarenta y seis millones de habitantes y hace ciento cincuenta años –con menos de quince millones quinientos mil habitantes- el número de ayuntamientos era de 9.355, incluyendo los territorios de ultramar. Alemania e Italia, con una población mayor que la nuestra disponen de 11.493 y 8.101 municipios, respectivamente. Francia con casi 37.000 refleja el nacimiento de los mismos tras la Revolución y la profunda filosofía administrativista que la caracteriza y que nosotros hemos copiado pero no mejorado, sino todo lo contrario.
En varios estados europeos, como Alemania, Bélgica, Reino Unido se ha disminuido el número de corporaciones locales, aunque el caso más reciente –y por ello más conocido- es el de Grecia, que ha reducido sus ayuntamientos a una quinta parte de los que tenía antes de la crisis.
Como escribía al principio, en España se han ido adaptando servicios que existían en los pueblos al devenir de los tiempos, y así los médicos de APD (la Asistencia Pública Domiciliaria) que eran a su vez los jefes locales de sanidad han ido desapareciendo de los pueblos para agruparse en Centros de Salud en pueblos de mayor tamaño y estableciendo un sistema de guardias, pero ya no existe permanentemente un médico en cada pueblo. Recuerdo que cuando terminé la carrera ejercí en un pueblo de Castilla La Mancha de menos de 4.000 habitantes y éramos dos médicos, un practicante, había 6 guardias civiles y varios maestros y dos curas. Hoy solo queda un colegio público y los médicos y la guardia civil están en la capital de la comarca. Sí tiene alcalde y diez concejales, secretario-interventor y tesorero; desconozco el número de empleados públicos del Ayuntamiento y de los presupuestos porque no están disponibles en la web municipal.
Este ejemplo que he puesto se extiende por toda España y me pregunto por qué no se aborda una reestructuración del número de ayuntamientos en nuestro país cuando hay provincias, como Soria con menos de cien mil habitantes que dispone de 183 municipios, mientras que en la Comunidad de Madrid hay 179 ayuntamientos. Me lo pregunto yo y se lo pregunta mucha gente, pero veo difícil que se pueda abordar, por ahora, siquiera el plantearlo. Recordemos que Zapatero ha dicho recientemente en una entrevista que de suprimir Diputaciones Provinciales nada de nada, que habría una contestación social muy fuerte. Yo digo que sería de la de esos nuevos “caciques” a los que me refería en el primer párrafo. La pregunta que no le hicieron a continuación es bien fácil, ¿y suprimir municipios? Seguro que contestaba que ni hablar, que las necesidades son tales que desde 1996 disponemos de 32 nuevos municipios y que la presión para segregar otros tantos es inmensa; la de los políticos tendría que aclarar en todo caso.
En España el 60% de los municipios tienen menos de mil habitantes, y en más del 80% la población es inferior a 5.000 personas. Son pueblos que en una gran parte ya no disponen de médico, ni de guardia civil, ni cura ni de escuela, porque se han agrupado y localizado en otras localidades más pobladas. Por supuesto la recogida de basuras, abastecimiento y depuración de aguas, servicios sociales y otras prestaciones, así como la gestión de impuestos las llevan a cabo a través de su respectiva Comunidad Autónoma o Diputación (las que deberían desaparecer y que sus funciones fueran asumidas por la Comunidad Autónoma correspondiente) o, en todo caso, mediante mancomunidades.
Sin embargo, todos esos municipios que no pueden prestar servicios por su tamaño y falta de recursos económicos para realizarlos si disponen de estructura administrativa y de concejales. Y eso, son palabras mayores, no olvidemos que hay 8.000 alcaldes y más de 65.000 concejales. Bien es verdad que la inmensa mayoría son honestos y que una gran parte no cobran; tal vez por eso, para compensar, conozco un ayuntamiento donde el concejal “bisagra” cobra 1.200 euros netos al mes (impuestos a cargo del resto de los mil setecientos ciudadanos del pueblo) por un día de dedicación a la semana.
El Partido Popular debería incluir en el programa de las elecciones autonómicas y municipales la propuesta de que a lo largo de la próxima legislatura las Comunidades Autónomas donde gobiernen van a abordar una reducción del número de ayuntamientos, con la idea de que desaparezcan los menores de cinco mil habitantes. Seguro que soy utópico, y que plantea problemas no solo de clientelismo político sino de empleo para algunos de los empleados públicos de esas corporaciones, pero no olvidemos que ya algunas están planteado EREs por culpa de la crisis, y si se ha hecho con servicios esenciales como la sanidad, la educación y la seguridad, no veo la razón de no poderlo llevar cabo con servicios administrativos.
Con menos, hacer más: si disminuye el número de ayuntamientos aumentará la eficacia y la eficiencia de la administración local al tiempo que disminuirá el clientelismo político.
Pemeches Juspi
pemechesjupi@gmail.com
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