martes, 8 de febrero de 2011

No es arte. Es una provocación

El domingo pasado ha tenido lugar un episodio en el barrio de Malasaña de la ciudad de Madrid perfectamente estudiado hasta el más mínimo detalle y que, sin duda, ha sorprendido la buena fe de muchas personas así como, posiblemente, las ganas de no tener problemas por parte de otras.

Se convocó por “Somos Malasaña” y “Persianes lliures Barcelona” una jornada festiva para pintar grafitis en las persianas de muchos comercios del barrio que habían puesto las mismas a disposición de la organización. Para dejar las cosas en claro desde el principio tengo que decir que estoy en contra del grafiti y que, por supuesto, respeto a los que lo consideran un arte vanguardista llevado a la máxima expresión. Pero para mí  y para muchos otros no es arte,-y exijo que se respete mi opinión- sino algo que degrada el ambiente urbano y no respeta las normas de ordenación de las ciudades que nos hemos otorgado los ciudadanos.

Hoy por hoy, y ojalá sea así para siempre, vivimos en una democracia representativa y los representantes de los ciudadanos en los ayuntamientos son los concejales. No es que los del Partido Popular representen a sus votantes o los del PSOE o IU a los suyos, es que todos los concejales representan a todos los ciudadanos y se toman las decisiones que nos afectan a todos a través de las mayorías. Y digo esto porque los concejales –nuestros representantes- aprobaron una ordenanza del ayuntamiento de Madrid que prohíbe en su artículo 17 las pintadas y grafitis, y por tanto no entiendo que ninguna entidad, asociación o medio de comunicación organice una jornada para vulnerar la normativa vigente y el acto de ensuciar persianas de comercios se lleve a cabo con máxima publicidad. Es una provocación contra la corporación municipal.

Por motivos que no vienen al caso tengo trato con personas próximas al comercio del barrio donde se realizó, y tengo mis dudas del máximo entusiasmo que dicen los organizadores que han puesto los propietarios de los mismos para que pintaran sus persianas. Creo más bien que algunos han puesto el mismo que muchos restauradores con la modificación de la ley antitabaco después de haber hecho cuantiosas inversiones para cumplir la anterior normativa y ahora están en lista de espera de los fabricantes de setas caloríficas. En todo caso, y como la relación de esos comercios está publicada en internet, en el ejercicio de mi libertad de elección yo no pienso entrar nunca más en ninguno de esos establecimientos, mientras no los restauren a su estado anterior.

Expresaba en un párrafo anterior que la actitud de los convocantes ha sido una provocación y, muy posiblemente con asesoramiento legal. Porque la ordenanza de limpieza de los espacios públicos de la ciudad de Madrid no señala expresamente las persianas de los comercios como lugares donde se prohíbe pintar grafitis, y eso es lo que, en mi opinión han buscado los organizadores, provocar al Ayuntamiento para buscar la sanción e iniciar un movimiento mediático contra un consistorio “que atenta contra la libertad de expresión e incumple sus propias normas”: Estoy convencido de tal asesoramiento, y el convencimiento me lo refuerza esta frase que figura en la web de los organizadores: “Tratar de mantener bajo control a todas horas un evento en el que tantas personas participaban a la vez no resultó ser tarea fácil. Hubo quien se equivocó y pintó alguna persiana para la que no tenía permiso, algunos trazos que se escaparon del estricto marco del cierre metálico al que debían ceñirse… Fallos que no debieron cometerse y por los que, si bien no podemos hacernos responsables, sí pedimos perdón.”

En cualquier caso yo animo al Ayuntamiento de Madrid y a todos los de España que desarrollen normativas que no den resquicio a quienes degradan –insisto en que es mi opinión libremente expresada- las ciudades. Aunque reconozco la dificultad cuando hay Universidades como la Complutense de Madrid que imparten cursos de doctorado sobre este tema y alguna otra que ha organizado jornadas sobre el asunto; ambas instituciones docentes lo enmarcan en el fenómeno del hip-hop. Y no falta estudios de profesores universitarios en alguna revista de filología que los conceptúan como “texto como forma de hacerse escuchar”.

Y esa dificultad se acrecienta cuando, contra la normativa de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, Instituciones Penitenciarias, es decir Rubalcaba, impulsa el grafiti en la prisión de Alcalá-Meco como terapia de reinserción en la sociedad; sin comentarios.

Pemeches Juspi
pemechesjupi@gmail.com

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