viernes, 25 de marzo de 2011

Obenques y planos en la gestión clínica

Hace ya bastantes años presenté una ponencia titulada “Del obenque al GRD” en la que de manera jocosa intentaba explicar que la gestión clínica fue creada por los cirujanos ortopédicos. El obenque es una técnica de osteosíntesis elemental y de ahí el nombre del título. En la ponencia explicaba la situación surgida en España a mediados de los ochenta cuando se introdujo la figura del gerente en los hospitales del INSALUD y el choque que se produjo con los clínicos al hablar lenguajes totalmente diferentes. Bueno, hay que hacer una salvedad, entre los gerentes que sabían de gestión y que eran más bien pocos, porque la mayoría se dedicaban a oponerse a los médicos con ayuda de las direcciones de enfermería recién creadas, y los médicos a reñir con los gerentes.

Afortunadamente, y con las excepciones que existen en todos los ámbitos de la vida, las cosas cambiaron bastantes en los últimos años antes de la desaparición del INSALUD porque los gerentes ya tenían más formación. Posteriormente, con las transferencias se volvió en demasiados casos a politizar la estructura directiva de los hospitales de tal manera que en más de una Comunidad Autónoma los gerentes tienen que comparecer en el parlamento correspondiente.

Se fue avanzando en la gestión clínica y se crearon algunas unidades e institutos, con una autonomía más ficticia que real y sobre el papel –que todo lo aguanta- en cuanto a gestión presupuestaria y financiera. Difícilmente una unidad de gestión clínica puede ser autónoma cuando no lo es el hospital, y la mayoría no lo son. Pero sobre este tema ya escribiré otro día.

También en los últimos años se han creado en muchos hospitales unidades de todo tipo para atención a diversas patologías más o menos específicas o relevantes o para realizar procesos de apoyo a ciertas situaciones clínicas de elevada prevalencia y/o comorbilidad. Y mi intención en este post es comentar la necesidad de contar para dichas unidades, así como en todos los Servicios, con líderes con formación, actitud y aptitud óptimas para conducir a las mismas a las máximas cotas de eficiencia y calidad.

Nunca debería ocurrir que el nombramiento del médico destinado a liderar esas unidades fuera llevado a cabo de la misma manera que la mayoría de los gerentes en los años ochenta o por exclusiva confianza política. No estoy con ello defendiendo un nombramiento a perpetuidad ni mucho menos; ese puesto tiene que estar sometido a evaluación continua y a remoción por incumplimiento de objetivos previamente pactados. Lo que quiero decir es que, con independencia de los conocimientos clínicos necesarios y suficientes, el candidato debería poseer una serie de habilidades de gestión, de comunicación y de reconocimiento de autoridad por parte de los miembros de esa unidad.

Entre las habilidades de gestión deben estar, indudablemente, algunos conocimientos de la materia, y si no los posee antes de desempeñar efectivamente el puesto se le debería proporcionar formación. Que no ocurra lo que tuve que oír en la lectura de un aspirante presidiendo yo el tribunal (concurso nacional publicado en BOE): “el objetivo del puesto al que concurro es la mentalización para utilizar nuevos criterios de valoración como costo/proceso (Dr. Temes), según la unidad ponderada de asistencia (UPA’s), que solamente tiene en cuenta el diagnóstico principal del paciente (GRDs)”; una total y absoluta incongruencia ininteligible.

Decía también que el responsable tiene que dirigir la Unidad de manera que alcance las máximas cotas de eficiencia y calidad, y para ello es imprescindible que sepa gestionar todos los recursos a su cargo. Lo que incluye –es obvio, aunque algunos lo consideren secundario- el capital humano del que es responsable. Tarea no fácil, ingrata en ocasiones, y que requiere elevadas dosis de inteligencia emocional. Tiene que saber qué es lo que hace cada uno, si lo que hace es su máxima área de interés porque pudiera ser que más de uno se encontrara desarrollando una tarea que fuera de la preferencia de otro y este otro llevara a cabo actividades preferidas por el anterior.

No puede dejar de lado tampoco el contemplar las condiciones de cada uno, y en esto juega un papel trascendental la edad, los años en el hospital y la conciliación de la vida familiar y laboral; la medicina está cada vez más feminizada y por mucho que las cosas hayan cambiado las mujeres precisan, hoy por hoy, mayores necesidades de conciliación. Con todos mis respetos –como dijo anteayer Bono las leyes se respetan aunque no nos guste- a la futura Ley de Igualdad de Trato, no puede ser considerado por el jefe de la unidad o servicio igual un residente o un FEA recién incorporado que uno que lleve veinte años y para eso existe la carrera profesional, no solo para cobrar unos euros de más.

Tiene que planificar, diseña, evaluar y mejorar los procesos de la unidad en consenso con los integrantes de la misma a fin de trabajar con criterios de calidad total, y si no se consigue la satisfacción de los profesionales no podrá obtenerse la de los pacientes ni la de los ciudadanos, que son los dueños del sistema en el SNS. Por lo tanto, volvemos al párrafo anterior, a la importancia de la gestión de los recursos humanos y de la empatía del jefe con los subordinados.

El espacio disponible no me da para mucho más, pero quiero remarcar una cosa, la absoluta necesidad de que los responsables de unidad, o jefes de servicio o como queramos denominarle dispongan de autoridad. El poder ya lo tienen otorgado por quien les nombró y hay que ejercerlo, pero con autoridad. Si esta se reconoce porque saben ser jefes no tendrán que parecer jefes, como uno que conocí que, cuando algún paciente se le ocurría preguntar qué tipo de intervención quirúrgica iba a serle practicada, era habitual que contestara, “la que yo decida, que para eso soy el jefe”. Ni que decir tiene que elegir las vacaciones los médicos de ese Servicio era sumamente complicado, porque los “marcajes” de poder se repartían por igual con pacientes y subordinados.

En conclusión, los responsables de unidades clínicas no pueden actuar de obenques cuya misión es sujetar, junto con los estays, el mástil y que deben tensarse suficientemente para que aquel “flexe” lo menos posible. Más bien deberían actuar como los planos de un avión que son los sustentadores del mismo en el aire pero que tienen unos importantes niveles de “flexado”, y disponen, además, de slats y flaps para adaptarse a las diferentes etapas del recorrido del vuelo. Es decir, deben y tienen que saber adaptarse con la suficiente flexibilidad a las distintas situaciones que pueden producirse en la unidad a su cargo. Más o menos como en la traumatología, hoy en día, al contrario de lo que se pensaba cuando empecé, la osteosíntesis en los huesos de carga no debe ser totalmente rígida.


Pemeches Juspi
pemechesjuspi@gmail.com

2 comentarios:

  1. El sistema hospitalario español es prescriptivo en la misma línea que el resto de la administración pública lo cual es en mi opinión herencia de un pasado todavía reciente para muchos. Con un diseño piramidal, fue establecido a mediados de los sesenta imitando a las escalas militares. Previamente y desde su fundación, los hospitales de la Seguridad Social reclutaban profesionales que actuaban de forma autónoma en equipos dentro de sus recién creadas intalaciones prestando los servicios que se habían concertado. La jerarquización acabó con todo eso, introduciendo las figuras de jefe de servicio, jefe de sección y médico adjunto al servicio. Todo esto, tú lo sabes mejor que nadie, es de obligado conocimiento en la introducción de las memorias que se fusilan una a otras para acceder a la jefatura de servicio
    Este sistema ha prevalecido hasta la actualidad con cambios mínimos aunque el perfil gestión de las jefaturas cambió a finales de los ochenta, fechas en las que empezaron a "profesionalizarse" las gerencias hospitalarias con formación en escuelas especializadas de negocios. Hoy en día es casi imposible que un médico hospitalario aspire a un cargo de gestión sin una acreditación oficial en la materia. Así que, de la selección por criterios clínicos se pasó a la de criterios de gestión que han dotado a algunos médicos de un lenguaje que les permite comunicarse en la jerga de los consejos de administración.
    Pero hay otros modelos. Todo el mundo sabe que el modelo sanitario público español fue inspirado por el National Health Service británico de los 50. Este último no ha sufrido la misma evolución y hoy en día sigue manteniendo la figura de especialistas autónomos que trabajan en concierto con los hospitales. En vez de un sistema jerárquico es un sistema reticular como inicialmente fue la SS. Cierto es que hay estructuras que amalgaman la gestión de la retícula pero sin interferir para nada en la autonomía clínica de los consultores.
    Y todo esto es para decir que el modelo que propones con la analogía del obenque se parece mas al británico que al español. Por un lado es mucho mas flexible y menos prescriptivo. Cierto es que las inercias son mas poderosas pero con ello se evita que los individualismos desequilibren el sistema. Siempre he pensado que el sistema español es superior a condición, que no es pequeña, de que quien está en el vértice de cada pirámide sea la persona adecuada. Después de más de treinta años de vida hospitalaria he podido observar que los servicios se modelan a imagen y semejanza de quien los dirige o se supone que los dirige e inspira. Eso los hace muy heterogéneos con diferencias perdurables dado el carácter vitalicio de los cargos. Ya puedes imaginar cuál es mi opinión sobre ello.
    Los intentos de separar las carreras profesonales de gestión y la clínica fueron en su momento la respuesta a la necesidad de imitar al modelo reticular y evitar condenar a los clínicos a una carrera de adjunto hasta la jubilación. No estoy muy seguro de si ello ha tenido éxito mas allá de una escala de reribuciones diferente. Quizás tú que estás en la mejor posición por tu experiencia nos podrías ampliar y aclarar este punto.
    Pero en esencia lo que está en discusión mas que el modelo es el sistema de selección de personal y los criterios meritocráticos que se aplican en nuestro país. Porque en el fondo y como casi siempre, la lucha es por el poder mas que por los mejores resultados y eso lleva con demasiada frecuencia los males característicos de la empresa pública: nepotismo, ineficiencia e incompetencia.
    Saludos,

    Cuchillero

    ResponderEliminar
  2. Gracias Cuchillero por tu comentario. Como es habitual muy acertado e instructivo.
    Voy a empezar, si me lo permites, discrepando parcialmente de ti en una cosa. Hoy en día ha dejado de ser imposible que un médico hospitalario acceda a tareas de gestión sin más. Se han vuelto a nombrar gerentes y no solo gerentes, sino jefes de servicio o unidad, por criterios de confianza política y/o (en caso de tener más de un candidato) de antigüedad en el partido de turno, porque, desgraciadamente, lo hacen todos.. Espero, que después de las elecciones y habiéndose concienciado los responsables de que gran parte de los presupuestos se tienen que gestionar en los hospitales, se exija –o al menos se dé antes de empezar a ejercer el cargo- formación en gestión como ocurría hasta hace poco desde principios de los noventa. También es verdad que se exigía en algunos casos para acceder a jefaturas de servicio y sección más gestión que clínica y podía ocurrir el ejemplo que cito en el post, que es real como la vida misma y la persona que lo escribió es un excelente traumatólogo, supongo que se lió con el “corta y pega” con el cambio de WordPerfect 5.0 al Word.
    Tengo que confesarte que siempre he admirado el sistema británico, tal vez porque mis maestros se habían formado en él. Aunque a finales de los setenta estuve haciendo una estadía en un hospital monográfico de aparato locomotor en Escocia, y me quedé sorprendido de que la productividad fuera menor que en el hospital donde trabajaba en España y las múltiples pausas para el “cup of tea”; los residentes (mayoritariamente asiáticos) venga a preguntar cómo se podía venir a trabajar a España porque consideraban que entonces se cobraba más aquí. Ese hospital ya no existe.
    La separación de las carreras clínica y de gestión creo que está todavía en los albores y que el peso de la “tradición” pondera mucho y, sobre todo, que tendemos a moldearnos “imitando” lo que hemos visto, sobre todo si se tenía buena relación con el jefe previo. Y efectivamente, tienes razón; en la gran mayoría de las Comunidades Autónomas las carreras profesionales han sido para cobrar unos euros más a cambio de nada, sobre todo en los niveles intermedios-bajos. Ya sabrás que con la crisis los niveles altos están en muchos sitios congelados por las leyes de presupuestos.
    Y eso sin olvidar el refrán que dice “si quieres saber quién es fulanito dale un carguito”. Este es un gran problema que se repite con una frecuencia no despreciable, así como por otro lado existe el jefe “coleguilla” que se convierte en el portavoz “sindical” de la “asamblea” de los miembros del servicio. Tengo que confesarte que desde el punto de vista de un gerente de hospital posiblemente se prefiera la primera figura que la segunda. El punto intermedio, como casi siempre, es el más acertado. De ahí el símil con los planos de un avión y los obenques.
    Por último decirte que suscribo al cien por cien tu último párrafo, incidiendo además (lo intentaba reflejar en el post) en el nepotismo o, más bien, favoritismo de ciertos cargos nada más hacerse cargo de sus nuevas responsabilidades; en muchas ocasiones lo que ellos tanto criticaban a sus jefes o gerentes lo aplican a sus nuevos subordinados, que incluso han sido sus homónimos durante años. Y no quiero decirte si además se les permite tener una actividad nueva con mayor o menor valor añadido, pero que implica contratar nuevos médicos. En mi experiencia, estos pasan a tener más derechos aunque tengan treinta años y no más experiencia que la residencia que clínicos de prestigio reconocido en el hospital o fuera de él.
    Saludos

    ResponderEliminar