martes, 26 de abril de 2011

No es una lengua cooficial de España

El domingo Pedro J. Ramírez decía, en su habitual epístola dominical, que nadie podrá decir que Zapatero se ha aferrado al poder e incluso cuenta –su versión, claro está- una intrahistoria de la renuncia del presidente a volver a ser candidato, en la que llega a afirmar que a poco que se lo hubiera propuesto el PSOE hubiera cerrado filas con él para volver a presentarlo. Tengo mis dudas y creo que son más bien sus deseos, por la inmejorable relación que tiene con él - recuérdense sus cientos de horas de conversaciones en la intimidad - y por las cuentas pendientes con Rubalcaba y el grupo Prisa.  También dice el logroñés que el balance de estos siete años de presidencia de Zapatero ha sido muy negativo.
Aquí no solo no tengo ninguna duda y creo que se queda escaso. Aquella frase de Alfonso Guerra “a España no la va a reconocer ni la madre que la parió” ha quedado corta. El último ejemplo es el reconocimiento de Francia de las corridas de toros como patrimonio cultural mientras que en Cataluña se han prohibido por un gobierno encabezado por el partido socialista.
En cualquier caso hay que reconocer que lo ha hecho bien. Cuidado, que no me refiero a lo que ha hecho sino a la estrategia que ha llevado a cabo en diversos temas, que se nota realizada por excelentes profesionales del marketing y la comunicación y con la ayuda de un importante y numeroso aparato mediático.
Y sus logros ha conseguido. Verán, si algo funciona muy bien en España y desde hace tiempo es el Instituto Nacional de la Seguridad Social y la Agencia Tributaria. Esta, desde hace más tiempo todavía, está a la cabeza de las tecnologías de la información en cuanto a la relación con los ciudadanos. Lejos, muy lejos aunque no hayan transcurrido todavía ni veinticinco años, quedan los tiempos en los que la declaración de la renta había que hacerla con papeles de calco e introducir todo tipo de certificados, justificantes y facturas en los sobres de la declaración.
Hace unos días por ayudar a un familiar con la confirmación de su borrador de renta llamé al teléfono 901 correspondiente. Cual sería mi sorpresa cuando al contestarme el sistema automatizado me dice: si desea ser atendido en castellano marque 1, en catalán marque 2 y así sucesivamente. Ni que decir tiene que no solo no tengo nada que objetar en que cada contribuyente elija el idioma en el que desea ser atendido, sino que me parece un logro importante y una muestra de la sensibilidad –y de exquisito cumplimiento del artículo 3.3 de nuestra Constitución- de la administración por la pluralidad lingüística de los ciudadanos. Ahora bien, resulta que la equidad no es tratar a todos por igual, sino tratar desigual a los desiguales y en esto del idioma en España ni hay ni debe haber igualdad.
El castellano es el idioma español oficial del Estado que todo español tiene el deber de conocer y el derecho a usarlo. Y los demás idiomas son oficiales también en sus respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. Estos dos preceptos se encuentran también recogidos en el mismo artículo constitucional citado en el párrafo anterior, en sus puntos 1 y 2, respectivamente. Pero como decía, la labor “educativa” de Zapatero en esta materia está dando sus frutos. Así al dar la noticia de la bendición Urbi et Orbe impartida por el Papa el domingo,  la locutora de Televisión Española dijo que había pronunciado la felicitación pascual en más de 70 idiomas, “incluyendo el guaraní, el esperanto y el español”. Toma ya, la tercera lengua más hablada del mundo colocada a niveles de curiosidad lingüística. ¿Se han conseguido logros o no en esta materia durante los años de Zapatero?
Es decir, que no tengo nada contra las lenguas de las diversas Comunidades Autónomas y que alguna he utilizado, leyendo en escritura fonémica,  por iniciativa propia. A lo mejor hoy en día no lo haría; es posible que más bien no. Pero solo por esto que ha conseguido nuestro presidente, que se ponga el castellano –el español se denomina en todo el mundo, el nombre de castellano se introdujo en la Constitución por aquello de los equilibrios con los nacionalistas y el consenso, todavía tengo memoria para recordarlo- al mismo nivel que las demás lenguas propias de distintas Comunidades Autónomas.
Porque a pesar de lo que dicen constantemente la mayoría de los medios de comunicación y muchos políticos –incluso alguno de la derecha- no hay lenguas cooficiales de España. No las hay y la Constitución y nuestro ordenamiento jurídico no las contempla. El castellano no es una lengua cooficial de España. Hay lenguas cooficiales en algunas Comunidades Autónomas, pero no en el conjunto de España. Ni en el conjunto del Estado como algunos denominan a nuestra Nación. Por mucho que en el Senado se haya introducido –no gratis precisamente- la traducción simultánea y algunos pretendan que ocurra lo mismo en el Congreso de los Diputados. Lo que me extraña es que todavía ningún presidente de una Comunidad Autónoma con lengua propia hay exigido en su entrevistas con Zapatero el intérprete, porque seguro que decía que sí y que lo pagaba con los presupuestos de la Presidencia del Gobierno. No tengo ninguna duda.
Por ello, y volviendo hacia atrás, el contestador de la Agencia Tributaria debería omitir lo que hay que marcar para seguir siendo atendido en castellano (español). Lo lógico es ser atendido en la lengua común y el que desee serlo en otra es el que debería marcar su opción.  De todas formas, acepto perfectamente que cualquier órgano administrativo de una Comunidad Autónoma con lengua propia contestara –de hecho ya lo hacen la mayoría- en la lengua de esa comunidad y diera la opción de elegir el castellano (español), aunque en puridad debería contestar primero en castellano como lengua española oficial del Estado que todo español tiene el deber de conocer, pero mi sentido pragmático me incapacita para rebelarme contra esto.
Ahora que Zapatero está de salida y, de vez en cuando, se habla de la necesidad de un pacto de Estado por la Educación tal vez sea el momento de empezar a plantear en toda España la obligatoriedad de la enseñanza bilingüe (trilingüe en alguna Comunidad Autónoma) en inglés. Como ya hace el gobierno de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, con muy buenos resultados.
Porque el español (castellano) es la tercera lengua más hablada en el mundo pero las tecnologías que deben sustituir al ladrillo (Zapatero dixit) “hablan” inglés  y el antiguo sueño del esperanto como lengua universal de comunicación ha sido sustituido por el inglés, pero no como una utopía sino que constituye una auténtica y creciente realidad. A los que siguen soñando con su idioma propio para que el resto del mundo se comunique con ellos les recomiendo leer la última novela de Vargas Llosa, “El Sueño del Celta”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario