lunes, 7 de marzo de 2011

Educación en libertad y para la libertad

Parece que en el Gobierno de las prohibiciones hay una persona que no le parece mal la existencia de parcelas de libertad. No ha sido siempre así en él y cuando los nacionalistas han tenido cualquier idea o tomado alguna decisión que conculcaba la libertad de los padres la ha apoyado. Pero esta vez no se ha opuesto y parece haberse congratulado con las nuevas parcelas de libertad educativa que ha anunciado la Comunidad de Madrid. Me refiero, como seguramente ya han podido deducir Vds., al ministro de Educación Ángel Gabilondo. Sin duda, algún mal pensado comentará que lo hace porque ya está de recogida y su regreso al campus de Cantoblanco es próximo y, si quiere volver a puestos directivos, más le vale llevarse bien con Esperanza Aguirre. No creo que sea así, aunque algunos puedan pensarlo.

Frente a la educación de lo políticamente correcto o de la idea socialista de la escuela unificada es necesario instaurar escuela diferenciada. No por capacidades económicas, no por ideologías políticas o religiosas, no por sexo, no por imposición. Sí diferenciada por competencias. Una escuela donde todos tengan acceso, en cualquier parte del territorio nacional, a una educación obligatoria que otorgue unos conocimientos iguales para todos, pero que, al mismo tiempo, valore y considere el esfuerzo y las capacidades intelectuales de los niños y jóvenes.

Y eso no se consigue diseñando en un despacho y con la visión ideológica, legítima por supuesto pero coloreada por el prisma de sus creencia, del político de turno. Eso se logra adaptándose a las circunstancias de cada sitio, de cada colegio y en función de los alumnos.

No se puede, al menos en mi opinión y en la de muchos padres, incluir a niños con capacidades especiales –“superdotados” en español políticamente incorrecto- en grupos denominados MAE o similar, que es algo así como la impartición de materias de apoyo educativo. Acepto que la idea, en su origen, no haya sido mala. Es posible que alguien haya pensado que si meten niños más inteligentes y/o trabajadores con los que necesitan más refuerzo aquellos van a estimular a estos. Craso error que casi ningún pedagogo o psicólogo no incluido en el grupo de los “buenistas” acepta, y que ya hace siglos que recoge nuestro refranero. El niño más dotado ahí se aburrirá, empezara a desarrollar actividades a su aire, distraerá la atención de todos y los que van mal no progresarán. Sí habría que pensar en el desarrollo del voluntariado en estos temas, impulsar el crecimiento en la solidaridad y que niños más capacitados pudieran desarrollar, voluntariamente, labores de ayuda a sus compañeros. Creo que este es un campo que podría empezar a considerarse.

No faltará quien piense que estoy defendiendo que los niños con problemas de rendimiento se les incluyan en una especie de gueto. Nada de eso, pero sí que los necesarios refuerzos se lleven a cabo sin necesidad de igualar por abajo los conocimientos.

Necesitamos una escuela que valore el esfuerzo y el trabajo individual y colectivo, donde la disciplina sea norma de obligado cumplimiento, donde el maestro es el maestro y no el amigo de los niños, donde el profesor recupere su autoridad, como también lleva impulsando hace un tiempo la Comunidad de Madrid. Por muy fuerte que suene, y es mi opinión y no pienso pedir perdón por tenerla, es necesario que se fomente el desarrollo de las élites intelectuales. La situación no tiene nada que ver a la de mi generación, pero en ella se nos ponía como meta el intentar estudiar tanto como fulano o mengano y no nos fue nada mal.

Por supuesto hoy en día no puede concebirse que recuperemos nuestro papel en el mundo sin hablar, leer y escribir perfectamente el inglés. Y eso no se consigue con propuestas demagógicas de enviar a todos los niños un mes al Reino Unido en verano, salvo que ahora las vacaciones de nuestros hijos las paguen todos los españoles, o madrileños en este caso concreto. Se lograría con una educación bilingüe desde la escuela infantil y en dos generaciones los españoles serían como los holandeses o nórdicos, qué son totalmente bilingües, amén de fomentando la emisión de películas y series infantiles en inglés, lo cual la TDT permite sin ninguna dificultad además de en español y otras lenguas.

Creo que la decisión de la Comunidad de Madrid de ceder a los colegios su competencia en el 35% del tiempo del currículo escolar es una decisión muy acertada y que verá sus frutos en una o dos generaciones. Si a esto, luego se le suma la capacidad de elección de centro como ese mismo gobierno está llevando a cabo en Sanidad, avanzaríamos mucho en la educación en libertad. Eso sí, la autoridad educativa debe reforzar sus labores de inspección y evaluación, además de aprobar formalmente el desarrollo curricular de cada centro. No por nada, sino para que ningún director haga de su capa un sayo, que pudiera ser.

Educación en libertad que parece que se está tomando en serio en algún colegio. El otro día leí en la red una carta, escrita con la ternura propia de la edad, de una niña de sexto de primaria que solicitaba unas cita al alcalde de su ciudad, para presentarle el programa electoral que llevaban elaborando un tiempo con su tutora para las elecciones a las que ella concurría como “alcaldesa”. Contaba que habían creado tres grupos y que habían trabajado mucho (“sé que vosotros mucho más” decía al alcalde al que se dirigía). No creo equivocarme al pensar que esto es educación en libertad y para la libertad. El enseñar a los niños a debatir sus diferentes propuestas y a que salgan de ellos mismos, no de un listado de la profesora. Considero que este es un camino que puede conducir a una nueva actitud de los partidos políticos en el futuro y al destierro de la crispación.

Claro que ese colegio está situado en una Comunidad Autónoma que ocupa el 4º puesto de la UE y el primero de España en el ranking del informe PISA del año pasado. Una comunidad en la que nadie nunca ha pagado subvenciones a los padres para disminuir el absentismo y, mucho menos, donde algunos profesores firmaban la asistencia aunque el alumno no fuera por aquello de “yo no voy a quitar tres duros a ningún padre”.

Pemeches Juspi
pemechesjuspi@gmail.com

2 comentarios:

  1. Uno no comprende muy bien el alcance de las diferencias que se pueden conseguir en materia educativa hasta que conoce un sistema que por excelente le deslumbra. Eso me ha ocurrido a mí, que desde hace unos años vivo en Escocia y tengo cuatro hijos en edad escolar. Al principio la impresión es que los alumnos en primaria trabajan poco. No vuelven a casa acosados por tareas ni se le ve agobiados por pruebas, test o exámenes, que también los hacen. Tampoco hay conflictos lingüísticos ni programas diferentes en diferentes partes del país. El curriculum es idéntico, con exámenes nacionales para todos. Surge la preocupación, acostumbrados a un sistema educativo ciertamente opresivo y variable como es el español, porque al principio parece que los niños están en niveles inferiores que sus primos de la misma edad en España. Pero a medida que pasa el tiempo, uno tiene ocasión de comprobar como sus trabajos van madurando, como se les ensaña a hablar, a debatir, a trabajar en equipo, a preparar trabajos y presentaciones desde la mas tierna infancia. Y todo eso, y lo que es mas sorprendente, sin aparente esfuerzo, con alegría de ir al cole. Con la llegada a la secundaria, uno se impresiona al ver redacciones maduras y bien documentadas, con una agilidad en el manejo de datos y cifras que uno a su edad no soñaba en alcanzar. En fin, el sistema permite acceder a la universidad con una preparacion ideal para aquellos que han progresado suficientemente, porque las clases se adaptan a varios niveles sin aburrir a unos ni apabullar a otros. El inglés viene como estándar naturalmente, pero también otras lenguas como el francés y optativas como el español o el alemán. Y creáme, aprenden a hablar en otros idiomas también mas que decentemente. Quizás soy un privilegiado, porque acuden a un colegio que aún siendo público, está en un buen barrio.
    Vuelvo al principio cuando decía que solo cando uno es testigo de como se pueden hacer las cosas mejor cree que es posible. Es posible sin conflictos de lengua, sin asignaturas ideologizadas, solo enseñando lo que es útil y práctico. Solo hay que tener las ideas clara sobre lo que es y no es importante en la educación de nuestros hijos.
    Cuchillero

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  2. Gracias Cuchillero por tus comentarios que, como siempre, te agradezco sinceramente. Antiguamente las élites sociales españolas mandaban a sus hijos a estudiar al Reino Unido o a Suiza; por algo sería.
    La clave está en las tres últimas líneas de tu comentario. Cuando alguna comunidad autónoma como Madrid ha comenzado a recuperar la eduucación no ideologizada y los valores del esfuerzo, el mérito y el talento ha comenzado a destacar sobre los pobres resultados de nuestra enseñanza. Hoy en día hay en Madrid colegios públicos con 24 alumnnos por aula y con métodos parecidos a los del colegio de tus hijos más el inglés. Pero solo es el comienzo. En otras muchas comunidades todavía discuten si el Ebro se estudia completo o solo la parte donde se habla la lengua propia de la comunidad.

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