El sábado finalizaba el estado de anormalidad constitucional que hemos vivido desde el abandono de su puesto de trabajo por parte de los controladores aéreos en el puente de la constitución, y esta buena noticia se ve empañada en la Región de Murcia por una grave anormalidad de la convivencia ciudadana.
El consejero de cultura de esa comunidad autónoma ha sido agredido en plena calle por tres desconocidos en una agresión que tiene toda la pinta de haber sido preparada, puesto que fue hecha con un puño americano y no es lo más normal que la gente pasee con ese artilugio; si se lleva es porque se está pensando utilizar.
Es cierto que en dicha región se ha producido un ajuste mucho más intenso en la administración pública que en otras comunidades autónomas y que se han reducido los sueldos de los empleados públicos en mayor cuantía. A los médicos y resto de profesionales sanitarios se les han aumentado las horas de trabajo, retornando a las antiguas 37,5 y se han reducido las retribuciones por guardias otro 10%. Es una comunidad cuya economía creció mucho en los últimos años basándose en la construcción y en el desarrollo de campos de golf, a pesar de los problemas de abastecimiento de agua, y ahora sufre con mayor intensidad que otras el pinchazo inmobiliario.
Pero estas cosas no justifican ningún acto violento. Hace unas semanas se produjeron importantes enfrentamientos y concentraciones ante la vivienda del presidente de la comunidad autónoma y su hija llegó a estar rodeada por energúmenos, porque así los califico. Parece que algunos sindicatos estuvieron involucrados en estos actos aunque el Sindicato Médico CESM, ha condenado los mismos, cosa que le honra puesto que los profesionales sanitarios y de la enseñanza son los más perjudicados por esos recortes.
No está demostrada todavía la relación entre esos sucesos y el salvaje ataque al consejero murciano, pero todo apunta a que la causa sí es la misma, aunque, afortunadamente, CCOO y UGT los han condenado. En aquella región los cargos públicos, hasta ahora, se desenvuelven sin escoltas salvo el presidente. Es posible que a partir de ahora esto deje de ser así y por tanto mayor gasto público.
He leído los comentarios de lectores en diversos medios de comunicación y me ha quedado el amargo recuerdo de lo que ocurría en el País Vasco durante la transición, “el algo habrá hecho”. Es más, algunos de esos lectores comentaristas condenan el ataque violento, pero.... Mal, vamos mal y como no atajemos esto peor vamos a ir, sobre todo si la crisis no mejora y la crispación por el empeoramiento de las circunstancias personales de cada uno va a peor.
Considero que estas alteraciones de la convivencia son fruto, en parte, de la educación que estamos dando a nuestros hijos y de la excesiva –cuando no total- delegación de la misma en los centros escolares, donde en aras de una necesaria educación en libertad no se ha modelado la misma a la edad de los discentes. El otro día me comentaba una madre que su hijo de catorce años había puesto algo así como una queja escrita de una profesora porque consideraba que ella no había actuado correctamente en una discusión entre él y una compañera, y la persona encargada de recepcionar ese tipo de reclamaciones de los alumnos le había dicho que estaba muy bien puesta.
Reconozco que me cuesta mucho entender estas cosas. Por supuesto que hay que dialogar con los alumnos y que el autoritarismo que los de mi generación padecimos no debe recuperarse, pero este tipo de denuncias al profesor debería repensarse y modularse a la edad y a las circunstancias de cada problema ocurrido en el ámbito docente. Mientras no recuperemos valores que se han perdido por causa de un falsa progresía, que empezó allá por los setenta con aquello de que “no vayan a frustrarse nuestros hijos”, no conseguiremos una sociedad democráticamente responsable y madura.
De la misma manera que, en línea con lo que está llevando a cabo el gobierno de Esperanza Aguirre, es imprescindible recuperar la autoridad del profesor. Por mucha ley de conciliación de la vida familiar y laboral, no hay empresa –salvo las públicas- que puedan soportar que sus empleadas –suelen llamar a las madres, a pesar de la ley de igualdad- estén atendiendo constantemente llamadas de los colegios –de los públicos, generalmente- donde estudian sus hijos para decirle que ha discutido con un compañero. Me imagino que cuando entre en vigor la futura ley de igualdad de trato la productividad en las empresas con elevada proporción de trabajadoras puede caer de una manera espectacular porque ¿que niño no ha dicho en el colegio que feo es fulanito?, recuerdo que, si no se modifica, esto va a estar penalizado en esa futura ley.
Si necesario es un Pacto de Estado por la Sanidad, tanto o más lo es por la Educación, que no solo sirva para que nuestros alumnos lleguen, al menos, a la media de los países de la OCDE de acuerdo con los parámetros del informe PISA, sino también para recuperar la educación en valores. Tiempo habrá para que lo tratemos en el blog.
Pemeches Juspi
pemechesjuspi@gmail.com
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