miércoles, 12 de enero de 2011

El reto de los pacientes crónicos: abordémoslo de una vez

La esperanza de vida de la población española ha aumentado considerablemente en las últimas décadas y según el Instituto Nacional de Estadística es de 84,1 años en las mujeres (solo superadas en la UE por las francesas) y de 78 años para los varones. Y este aumento va a seguir produciéndose, estimándose que para 2017 va a aumentar en 2 años para los varones y 1,5 para las mujeres. El mismo organismo apunta que el mayor adición poblacional por grupos de edad va a producirse en los mayores de 64 años, aproximadamente en un 19% para esas fechas, lo que se traducirá en 1,44 millones de personas.

Es decir, que los que este año han empezado a estudiar medicina se van a encontrar a la finalización de sus estudios con mucha mayor población de pacientes crónicos que los que la terminamos hace ya varias décadas. Ante esta situación es imperativo el desarrollar ya mismo un Plan Nacional de políticas de atención al paciente crónico. Por supuesto coordinado con la atención a la dependencia pero sin confundir una cosa con otra. Hay y habrá cada vez más pacientes con enfermedades crónicas sin que eso implique necesariamente ser dependientes, entendido en el término legal del mismo.

En todo caso serán dependientes de atención médica y de enfermería y de consumo de medicamentos, y alguna que otra Comunidad Autónoma ya ha elaborado estrategias de abordaje de la cronicidad, pero creo que eso es lo que hay que evitar, la existencia de 17 planes de actuación (más el del INGESA para Ceuta y Melilla). Y una razón no menor para ello es que los pacientes crónicos muchas veces se desplazan de su lugar de residencia por motivos familiares o de ocio.

En los últimos años se ha producido un crecimiento muy importante de los recursos humanos sanitarios en España. De acuerdo con los datos publicados en la web del Ministerio de Sanidad, en relación con cada 1.000 habitantes, los médicos aumentaron un 29,4 % y las enfermeras un 22,96% entre 1997 y 2008, aunque no existen datos publicados de la distribución de ese incremento ni por Comunidades Autónomas ni por especialidades. En atención primaria solo existen datos entre 2006 y 2008 y el incremento ha sido mucho más moderado, de un 6%.

Una lectura rápida de estos datos nos da como resultado que en los últimos años se ha primado la atención hospitalaria y su traducción clara la tenemos en los nuevos hospitales construidos en una buena parte de las Comunidades Autónomas. Además se ha hecho alarde, por muchos políticos, del número de urgencias atendidas y de la excelencia de la atención en las mismas y constantemente se están ampliando las urgencias de los hospitales produciéndose cada vez una mayor presión de urgencias, mientras se mantenía –o descendía- el porcentaje de urgencias ingresadas. No voy a insistir en esto porque ya lo comenté en un post anterior.

Pero además de hacer una clara apuesta por la atención de agudos todo esto ha supuesto el retraso de toma de decisiones sobre la atención a crónicos añadida a la demora de décadas que lleva pendiente. Me acuerdo de cuando se decía que los antiguos hospitales de la AISNA se iban a convertir en centros de media y larga estancia; todavía yo no era médico. Nada de eso ha ocurrido y las previsiones (FEDEA) sobre el gasto sanitario es que el déficit de financiación pueda llegar de los 15.000 millones actuales a los 50.000 en el año 2020, y atender pacientes crónicos en hospitales de agudos, aunque solo sea en la urgencia, es una ineficiencia absoluta.

Por supuesto que muchas de las agudizaciones de pacientes crónicos hay que seguir tratándolas en hospitales de agudos pero solo por el tiempo imprescindible, y si no hay estructura para atender a crónicos en cuanto se generalice la libre elección de hospital los pacientes del área médica y con problemas sociales y de apoyo familiar, se van a pelear por ir a los hospitales donde los tengan ingresados más días.

Por todo ello, es necesario ese Plan Nacional de Atención a Pacientes Crónicos, cuya asistencia debe pivotar sobre la Atención Primaria –que tendrá que aumentar sus recursos y rediseñar sus protocolos de actuación y definición de roles profesionales- y planificando centros de media (de subagudos como los denominan algunos) y larga estancia (no residencias asistidas, sino hospitales), reconvirtiendo alguno de los actuales hospitales de agudos si se demostrara necesario.

Un Plan Nacional sobre el que posteriormente se deberán elaborar los diferentes planes regionales adaptados a las peculiaridades de cada Comunidad Autónoma, pero con una cartera de servicios homogénea, un sistema de información común, unos objetivos estratégicos y operativos con indicadores de cumplimiento, y su correspondiente estudio de sostenibilidad (yo prefiero decir de coste-beneficio). Un Plan que debe contemplar la utilización de las nuevas tecnologías de diagnóstico a distancia, un Plan en el que el fomento del autocuidado juegue un papel importante y en el que la enfermería tenga la posibilidad de desarrollar intensamente sus competencias de cuidados.

Por supuesto hay que huir como de la peste de un Plan basado en eslóganes, en construcciones de centros por los arquitectos más prestigiosos del mundo que solo conocen los centros sanitarios cuando han ido de visita y en subvenciones a asociaciones de pacientes crónicos. Estas tienen que jugar un papel trascendental, pero que nadie tenga la tentación de pensar que otorgándoles una aportación económica y haciendo figurar su nombre en folletos de papel couché ya han cumplido con ellas. Sé que esa tentación va a existir, y debe desterrarse, al igual que la de no contar con los médicos por aquello de que lo que se pretende es que los crónicos frecuenten menos las consultas.

Fidel Codex
Fidel.codex@gmail.com

1 comentario:

  1. Lo último que pones, de no contar con los médicos, es muy acertado. Ya tenemos mucha experiencia en que no se cuente con nosotros.

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