Este fin de semana el Papa Benedicto XVI acudirá a Santiago de Compostela y Barcelona, y desde hace semanas hay un movimiento social no mayoritario, pero sí bastante ruidoso contra esta visita.
Además me da la impresión de que al Gobierno de España no le produce mucha satisfacción que digamos. Todo lo contrario que si nos visitara Obama, cosa que el Gobierno ha intentado por todos los medios que ocurriera y no se ha producido todavía, aunque oportunidades ha habido, sobre todo cuando ocurrió aquel “acontecimiento planetario” anunciado por una de las personalidades recientemente nombradas para sentarse en el Consejo de Ministros.
Esa impresión que tengo se puede deducir del programa publicado de la visita. En primer lugar, S. M. El Rey no le recibirá en Santiago de Compostela a su llegada; estará representado por S.A.R. El Príncipe de Asturias, y los Reyes le recibirán en Barcelona, pero no a su llegada, sino al día siguiente. Por tradición de otras visitas papales, por ser un Jefe de Estado y por lo que significa el Santo Padre lo lógico es que, al pisar suelo español fuera recibido por el Rey. Estoy seguro de que si no va a ser así no es por una decisión de la Casa Real. Convencido, porque todos conocemos la importancia que el Rey da y ha dado a los Papas coetáneos con él.
En segundo lugar, el Presidente del Gobierno no va a acudir a la misa en la Sagrada Familia, y le representará el Ministro de la Presidencia. Explicación oficial, España es un Estado aconfesional. Me pregunto, ¿cuándo el Sr. Rodriguez Zapatero acudió a la celebración del final del Ramadán en Turquia, el 15 de septiembre de 2008, o al Desayuno de Oración con Obama el estado español tenía otras características en materia religiosa? Por cierto, la Constitución también menciona expresamente a la Iglesia Católica en su artículo 16.3
En tercer lugar, es la primera vez que ante la visita de un Jefe de Estado TVE en un Telediario comenta cual va a ser el gasto a las arcas de la televisión pública que producirá la visita del Papa. Inaudito. Por supuesto que todo gasto público tiene que ser fiscalizado y controlado, pero ¿por qué se hace esto con la visita del Papa y no se dice, p.ej, cuánto costó la cobertura de esas visitsa a Turquía y a los Estados Unidos o o la visita del Presidente Sarkozy que tanto repercusión mediática tuvo
Y sí esto es así con respecto al Gobierno de España, que decir de los medios de comunicación más próximos a la órbita gubernamental. Se ha llegado a decir en páginas de opinión que esta visita se debería desarrollar como la de un Jefe de Estado similar a la de otro país y que no se financiara con dinero público. ¿Cómo se financian, entonces, las de otros Jefes de Estado? Por supuesto que la visita del Papa no debe dar lugar a ningún operación oscura o ilícita desde el punto de vista del gasto ocasionado por la misma, pero ni la del Papa ni la de nadie. Y además, gran parte de la visita del Papa no se va a financiar con dinero público.
Pero, no solo es que crea que al Gobierno de España esta visita no le produzca mucha satisfacción. Es que dos partidos del gobierno catalán (ERC-ICV-EUia) protestarán contra esta visita, y un cargo público de ese mismo gobierno ha expresado unos calificativos contra el Papa, que, como mínimo, son presuntamente ofensivos.
Y no voy a hablar nada de las organizaciones y movimientos que están organizando las protestas contra la visita del Papa, y que han llegado a pedir que sea detenido por orden de la Audiencia Nacional. Eso sí, habrá que estar atentos a los diferentes Boletines Oficiales para comprobar si alguna de esas organizaciones está subvencionada con nuestros impuestos. Espero y deseo que no nos llevemos alguna sorpresa.
Por último, quiero dar mi humilde bienvenida a S.S. Benedicto XVI y desearle una feliz estancia en España. Ni que decir tiene que lo mismo haría con el Presidente Obama.
Pemeches Juspi
pemechesjuspi@gmail.com
Pues creo que tiene Vd. mucha razón. No solo no les hace gracia la visita del Papa, sino que Zapatero se va a Afganistán y asi intenta ensombrecer mediaticamente la visita de Benedicto XVI. ¡Qué pobreza de espíritu!
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