martes, 14 de diciembre de 2010

Tenemos que conservar el Sistema Nacional de Salud. Hay que reformarlo (II)

Recientemente comenzaba a escribir una serie de artículos sobre la necesidad de reformar nuestro Sistema Nacional de Salud para poder conservarlo y mejorarlo. Es uno de los activos más importantes de nuestra sociedad y está entre los ocho mejores sistemas de salud del mundo, aunque hay clasificaciones que lo sitúan en el quinto puesto. Realmente esto da igual. Es un sistema del que mayoritariamente estamos orgullosos, pero que está en riesgo.

El otro día comentaba las presiones de “lobby” que estaba ejerciendo un Instituto recientemente constituido (el IDIS) por agentes de la sanidad privada para que ésta desempeñara un papel mayor en el SNS. Y decía y sigo diciendo que son legítimas. Pero no todo es válido.

Y expreso esto porque el jueves pasado en una publicación profesional un alto directivo de este Instituto afirmaba, según recoge el titular entrecomillado, “no es necesario cambiar el modelo sanitario, sino promocionar el sector privado”.

Una opinión respetable, faltaría más, pero aun siendo también respetable hace otra que me gustaría explicara con más detalle, y sobre todo que si algún responsable político la lee o escucha y le gusta, que haga números y encuentre el truco. Si no lo tiene este señor debería sustituir a Elena Salgado de manera inmediata. Sin embargo, todos los que conocemos el funcionamiento del sistema sabemos dónde está ese truco cuando afirma: “se están planteando nuevas soluciones como el copago para la sostenibilidad, sin pensar que la manera más directa es que la gente, que pueda permitírselo, pague 50 euros al mes, y deje espacio en el sistema público al que no puedo permitírselo. De esta manera, no hay que cambiar el modelo, sólo promocionar el sistema sanitario privado”.

Esta afirmación tiene la misma gravedad y el mismo riesgo para la cohesión nacional que las de Zapatero sobre la España discutida y discutible y la que hizo sobre su apoyo al estatuto que aprobara el Parlamento catalán. Como decían los castellanos viejos, “con las cosas de comer no se juega”.

Voy a conceder al responsable del IDIS el beneficio de la duda porque no creo que esté pensando en volver a la sanidad pública de beneficencia, para los que no puedan pagarse los 50 euros al mes. Vamos, a la sanidad de pobres y ricos. ¿Qué hospital o aseguradora privada va a hacer un trasplante y su seguimiento de por vida con esa prima? ¿Va a incluir el tratamiento inmunosupresor que difícilmente baja de 600 euros el envase? ¿Las aseguradoras que forman parte del IDIS, Instituto para la Integración y el Desarrollo de la Sanidad están de acuerdo con ese importe? Ojo, no confundamos la provisión de prestaciones a la MUFACE con lo que subyace detrás de esas declaraciones.

No quiero pensar que lo que proponen es que se paguen esos 50 euros y luego, si hay alguna patología importante, se envíe al paciente a la Sanidad Pública. Supongo que no, aunque habiéndose recogido esas declaraciones en un medio cuyo presidente es actualmente responsable de un servicio médico en un gran hospital público madrileño me hubiera gustado que se le hubiera preguntado al entrevistado por esas cuestiones.

La sanidad pública tiene también tiene cosas que aprender de la privada en cuanto a gestión, aunque una buena parte de los gestores de la sanidad privada provienen del SNS, de la que se han ido porque les pagan mejor y porque no están sometidos al asfixiante encorsetamiento administrativo de la sanidad pública, que dificulta hacer una gestión eficiente.

Pero, por favor, bastante tenemos con la rotura de la cohesión nacional que nos ha ocasionado Zapatero para que algo que todavía nos une a todos, el Sistema Nacional de Salud, que bastante fragmentado en diecisiete está ya, se termine rompiendo por su viga maestra, el aseguramiento único.

Discrepo totalmente de esas opiniones del secretario general del IDIS y considero que las grandes premisas para conservar y hacer sostenible el Sistema Nacional de Salud pueden resumirse en las siguientes: imprescindible gestionar mejor la sanidad pública, urgente reformarlo para mantenerlo, profundizar en la colaboración público-privada y evaluar sus resultados, no pensar en provisión privada mientras no haya homologación y exista concurrencia de profesionales, y, condición “sine qua non”, blindar la universalidad del aseguramiento público.

Y para finalizar quiero expresar mi reconocimiento y agradecimiento por las palabras del líder gallego del Partido Popular y Presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo profundo conocedor del SNS, dirigidas al Consejo Interterritorial del mismo reunido en Santiago de Compostela el pasado día 9 en las que expresó la necesidad de “...lealtad con el Sistema Nacional de Salud y con nuestras prestaciones públicas; rigor en cuanto a la gestión de los grandes recursos económicos que tenemos a disposición en los servicios sanitarios y reflexión en unos momentos de extraordinaria dificultad, donde tenemos un reto: el de seguir manteniendo la viabilidad del Sistema Sanitario público y el reto de seguir haciendo una sanidad de extraordinaria calidad como la que tiene y disfruta actualmente España”. Espero que todos nuestros responsables políticos tomen nota de estas palabras.

Pemeches Juspi
pemechesjuspi@gmail.com

2 comentarios:

  1. Estoy a favor del copago. Una cantidad simbólica de 5 o 10 euros en los ambulatorios y urgencias evitaría un abuso en la utilización de servicios y haría que se valorara más lo que tenemos. Escribí sobre este tema en
    http://www.hombredeapie.com/?p=604

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  2. Un copago de 10 euros es simbólico si tienes esos 10 euros. Un paciente de pongamos 80 años con una pensión de pongamos 572,69€ y pangando un alquiler de 300 o 400€ se queda con a penas 150€ para afrontar el pago de agua, luz y comida...¿le queremos imponer un copago a ese paciente? ¿se la queremos imponer a una persona de 45 años en el paro y sin prestación de desempleo? 10€ es simbólico cuando no se tienen problemas sociales añadidos, pero eso no es el 100% de la población, no, no estoy a favor del copago o al menos no de uno que se imponga de forma universal.

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